(Este cuento se publicó originalmente en el 2006, pero me parece que tiene mucho sentido, aun.) Había una vez, y dos por tres, un pájaro llamado Pecho Rojo. Él había nacido en cautiverio y siempre vivió enjaulado. Pero, que de vez en cuando se asomaba entre las rejas de la Jaula Mayor y divisaba entre las ramas de los árboles cercanos, otros pájaros. El mayor de entre ellos en la jaula, Cachetes, no dejaba de advertirles que esos pájaros de árbol son pájaros cimarrones. “¡Son mentirosos, y salvajes, y totalmente perdidos! ¡Son pájaros cimarrones! ¡No son civilizados!”, repetía Cachetes. “No saben vivir en sociedad”. Pecho Rojo no entendía esas palabras altisonantes, pero le parecía que ‘esos cimarrones’ andan de lo más contentos volando por ahí, yendo a donde les lleve el viento. “Es verdad que tengo comida y agua, y cuando hace frío tengo con quien calentarme, pero…” Sentía que había algo más que comer y estar protegido de la lluvia. “Que ser pájaro… ¡es volar!” Un día, desatentos los...