Desde la creación del estribillo ‘esto tiene que cambiar’,
se viene promoviendo una ‘estadidad jíbara’. Un estatus lírico donde ganamos
todo sin pagar nada. Pero nos mienten cuando dicen que nuestra participación en
eventos internacionales va a continuar a pesar de la estadidad. Como si fuera
un derecho adquirido. Igual nos mienten cuando dicen que nuestra identidad como
nación se va a poder preservar. Son mentiras diseñadas para confundir al que no
conoce ni la historia, ni las leyes de EE UU.
Si fuese verdad, entonces ¿por qué ni Texas, ni California
tienen equipo Olímpico? Si fuese verdad ¿por qué entonces las islas de Guadalupe
y Martinica (colonias) francesas perdieron la representación olímpica. La jurisprudencia constitucional de EE UU ha
dejado claro, en todas las instancias, que ningún estado de la unión puede tener
privilegios, beneficios o desventajas sobre los otros estados. Si la fantasía
de los politiqueros estadistas se pudiera dar - de que el congreso acepte a
Puerto Rico con sus representaciones nacionales - tendría que abrirle esa puerta
a todos los demás estados. Algo que sabemos no puede suceder.
¿Porque la mentira? Porque si dicen la verdad, tendrían
que admitir que no se puede ser americano y boricua a la vez. Seremos
ciudadanos pero para esa nación somos extranjeros. Cualquier emigrante que llega
a esa nación, rápidamente deja atrás su cultura y se integra al afán americano:
el sueño de hacerse ricos. Al ser estado, tendríamos que hacer lo mismo. Con la
desventaja de no saber hablar inglés.
Tercera Razón
La cultura es el trago más amargo. Nosotros somos una
cultura vigente y activa. Y somos muchos. Nuestra cultura está tan enraizada
que solo el exterminio de la población pude lograr que se deje atrás. Por eso,
es un sinsentido creer que una nación racista y nacionalista quiera incorporarnos
intactos, como iguales, con toda nuestra cultura, identidad deportiva, sistema
jurídico y un idioma que para ellos es extranjero. A los esquimales los pudieron arrinconar para
hacer fácil tomar control sobre ese vasto territorio que habían comprado. Aquí
no hay rincón donde empujarnos.
El desespero plebiscitario de los que quieren atosigarnos
la estadidad es por miedo. Temen que los americanos nos puedan abandonar. Aquellas
ventajas estratégicas y militares que ofrecimos han desvanecido. Nuestra
economía está en bancarrota, los recursos naturales comercialmente explotables son
inexistentes y la inmensa deuda que carga el gobierno nos hace una pérdida neta.
Somos como un novio que se puso viejo, gordo y feo, buscando matrimonio antes
que lo dejen. Por eso la urgencia.
Cualquier clase de igualdad de condición comparable con
los otros 50 estados sería incosteable para ellos, ya que nosotros no tenemos
nada que aportar. Una enorme parte de la población de EE UU rechaza la
enseñanza bilingüe y/o cualquier acomodo para la población de habla hispana. La
estadidad jíbara con que se intenta pasarnos gato por liebre, es una
imposibilidad.
¿Habrá un político, aquí o allá, que honestamente crea
que la integración de nuestra nación a la de ellos es una gran idea? ¿Habrá un
político, aquí o allá, que honestamente piense que nuestra estadidad es un gran
paso en beneficio de EE UU?
Entonces, ¿cuál es el asunto? Es más simple de lo que aparente.
La educación colonialista integra un bochorno, (somos una isla pequeña, pobre y
sin recursos) que los lleva a avergonzarse de ser boricua. Al abrazar una
cultura/nación ajena, está implícito un rechazo a la nacionalidad /cultura que
se tiene. No es que los estadistas
quieren ser americanos, lo que no quieren ser es puertorriqueño. ¡Ahí es que está
la necesidad del engaño!
Si la pasión estadista fuera honesta, se habrían ido a
vivir a los EE UU. Pero su preferencia ha sido destruir todo lo que se asocia a
ser puertorriqueño. Como si fuera una ofrenda a la deidad América. Pensando que
al sacrificar nuestra nación, nuestros hijos, vamos a lograr la aceptación de
los usurpadores de esta tierra.
¡Eso sí es un complejo colonial! Sigan pendientes que hay
más.
Este
ensayo fue originalmente publicado en noviembre de 2013 en
La
Terapia de Pepe Orraca (www.pepeorraca.blogspot.com) y revisado en 2017.
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