Todas las propuestas estadistas que nos lanzan sólo llegan
hasta la primera base. Ninguna llega hasta ‘home’. Nunca, nadie, nos ha
explicado que viene después. Como si la estadidad fuese un portal celestial que
te lleva al paraíso. Cómo si una vez estado federado el tío Sam nos va a enviar
un ‘situado’ y un batallón de expertos que van a poner a nuestra Isla entre los
‘top ten’. Ipso Facto. Otro engaño más.
Después de la estadidad no hay break de cambio. Hasta
siendo república podemos virar para atrás. De todas las opciones la estadidad
es la única condición permanente, eterna. Con la estadidad perdemos el derecho
de cambiar de opinión. Por eso hay que mirar bien a ver de qué se trata. No
estemos cambiando chinas por botellas.
Este escrito no es una crítica al ideal de la estadidad.
Es una crítica a los políticos que con el engaño se benefician de las genuinas aspiraciones
de la gente. Es una crítica a los que promovieron y se aprovecharon de la
debacle económica; que ahora quieren distraernos, con batucadas, de la
importantísima búsqueda de los $72 mil millones esfumados.
Cuarta Razón
Puerto Rico sería el primer y único pretendiente a estado
federado que ya es una entidad nacional propia. No me refiero sólo a la
cultura. Cuando EEUU nos compró la isla estaba organizada política, jurídica y
religiosamente. Lo que cambió fue quien nombraba el nuevo gobernador, porque
hasta palacio teníamos donde meterlo. Pero claro, todo al estilo
español/europeo. Los conquistadores del siglo 19 prefirieron dejar las cosas
como estaban y añadir o mejorar aéreas especificas. No les hizo falta arreglar
lo que no estaba dañado.
Como colonia fuimos una ganga. Como estado somos un
problema. Las diferencias obvias, como el idioma y la apariencia, son de por sí
monumentales, pero son tantas las diferencias menores que la unificación de
Puerto Rico a la nación va a ser un proceso de reconstrucción. Se le llamó
reconstrucción al proceso político de la reintegración forzosa de los estados
confederados. Deshacer lo que hay para construir lo nuevo. ¿Y a quien le toca
la faena?
Estas delirando si crees que los mismos políticos que nos
metieron en el hoyo tienen la capacidad de llevar a cabo esa reconstrucción. Lo
que no sucedió durante los 100 años de colonia, los partidos americanos con sus
maquinarias multimillonarias van a atracar en la isla para postularse en los
puestos legislativos federales. Ellos, los nuevos ‘carpet baggers’, van a
alegar superioridad en conocimiento y experiencia en cuestiones federales. Y con
razón, para muchos. Detrás de esos primeros, van a llegar los buscones. Seremos
carne fresca para los buitres.
No estoy exagerando. Es la versión política de la
historia de las megatiendas en la isla. Los negocios locales, pequeños,
desaparecen frente a la competencia brutal de los presupuestos millonarios y
sus intereses nacionales. Para visualizarlo, basta con sustituir el Partido
Demócrata por Wal-Mart y el Partido Republicano por Costco. Los partidos
(negocios) locales se asimilan y desaparecen. Los asuntos locales lo seguirán
dirigiendo los nativos (los gerentes de las tiendas) en español, pero todos los
asuntos de consecuencia lo van a manejar los jefes regionales americanos en
inglés. Igualito que digamos, Walgreen’s.
Podemos continuar visualizando: la americanización de la
constitución, la americanización de los Códigos de Ley, la creación de un
gobierno estatal minimizado, la reconstrucción de los sistemas de impuesto con
un ‘income tax’ federal, como ejemplos.
La gran duda, para mí, es ¿dónde vamos a quedar nosotros los
boricuas después de ese apocalipsis? ¿Como los hawaianos? ¿Empleados de los
consorcios propiedad de los americanos?
Si ahora no somos dueños de nuestra tierra en ese futuro
que nadie quiere anunciarnos ¿seremos meros inquilinos en la finca de un
magnate?
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