Nuestros políticos hacen las cosas en teoría. En
abstracto. Construyen castillos o trenes en el aire que son insostenibles
cuando los cimientos tienen que ser la realidad. Promueven el empresarismo como
solución al desempleo sin considerar que todos esos nuevos negocios necesitan
de una clientela con dinero para gastar. Aprueban leyes que nadie respeta pero capturan
votos, anuncian las estadísticas que les conviene y prometen villas sin tener
dinero para pagarlas. En ese espacio, entre la realidad y la teoría, es que se
cuela la fechoría.
Tenemos una historia salpicada de ilegalidades coloreada con
corsarios nativos, piratas nobles, gobernadores corruptos y el consistente mal
uso de fondos públicos. Ahora mismo, debe sorprender que tengamos una economía
subterránea estable de igual tamaño y trascendencia que la economía ‘legal’ del
gobierno que está en bancarrota. El trasiego de drogas no ha perdido un paso y
los políticos siguen engordando.
Quinta Razón
Cuando se considera un socio nuevo o un nuevo estado para
la unión no se fijan solo en los asuntos financieros y el número de votos a
favor, se evalúa el carácter del solicitante. Se llama solvencia moral. Recuerdo
leer con asombro que el jefe de la mafia en la isla era coronel de la policía
(Alejo Maldonado). Los empleados responsables por quemar los cupones de
alimentos previamente usados, pensaron que mejor los reciclaban. Arrestaron
como a doce.
Los federales cerraron la oficina de pasaportes en la
Isla porque los empleados a cargo los vendían sin contemplaciones. Aquí se
vendieron licencias de conducir y actas de nacimientos. Prácticamente todo
documento oficial estuvo disponible a la venta, en algún momento. Hasta la licencia
¡para practicar medicina! La vigilancia del FBI ha llevado a la cárcel
legisladores, alcaldes y secretarios de agencia. Han publicado esquemas de
corrupción en todos los niveles de gobierno, banca y finanzas con sus
subsecuentes arrestos.
La corrupción en nuestro gobierno es institucionalizada. La
corrupción supera lo inmoral. La corrupción es mental. Todo se mide por el
cristal del estatus no la realidad que vivimos. Si la gestión es afín con la
estrategia política del partido de turno, entonces va, cueste lo que cueste. Robe
quien robe.
Los propulsores del plebiscito estadista nos quieren
hacer creer que con una pluralidad de votos ahora, vamos alcanzar la
meta de unión permanente después, como si la realidad cotidiana de
fraude contra medicare, fraude con los fondos federales, fraude bancario,
violaciones constantes de reglamentos ambientales, de ordenes de la corte
federal, etc. Etc. Etc. El argumento más efectivo para prevenir la estadidad es
la corrupción rampante en nuestro gobierno y sus instituciones.
Habrá quien argumenta que no es tan malo como aparenta,
que los medios exageran la corrupción. Y es cierto que Puerto Rico está entre
Grecia y Dominica en la lista de los malos. En esa lista hay más de 90 países
‘más peores’ que nosotros. Pero si hacemos la comparación con la nación a la
que pretendemos, seríamos el estado más corrupto de esa nación. Estaríamos en
el mismísimo fondo del barril.
Y como dicen los americanos: Una manzana podrida daña las
demás que están en la canasta.
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