Me hicieron la pregunta estándar: Hola, ¿cómo estás? Titubeé
en responder. Al fin contesté: “A pesar de la edad, a pesar de los dolores de
artritis en las manos, las rodillas, el cuello y la cadera, a pesar del cáncer
que me mordió, a pesar del catarro que no se me quita, a pesar de la degeneración
macular y el comienzo de glaucoma, a pesar de la alta presión, a pesar del
colesterol y los triglicéridos, a pesar de las últimas elecciones, a pesar de
los apesares, ¡Estoy Súper Bien!
Nunca había pensado que ver la televisión fuera una experiencia, de la forma en que se habla de la experiencia de ir al cine. Hasta ahora, que me veo obligado a tomar una decisión monumental. ¿Corto el cable y boto la cajita? ¿Para acogernos a los tiempos modernos con Netflix y Amazon, VOD, DOD, Youtube, Video Streaming, etc., y economizar en gastos? O ¿sigo amarrado al cable con los 500 canales dónde nunca hay nada que ver? Los argumentos son obvios. El cable/satélite provee un sin fin de canales y eventos, mientras el ‘streaming’ provee un sin fin de temas instantáneamente disponibles. Después de leer sobre las posibles configuraciones que incluye antenas exteriores, grabadora de video programables, internet, proveedores, y etc., tuve que aceptar que en realidad el cable/satélite se puede eliminar sin una pérdida mayor. Lo que inmediatamente me puso a pensar en esa pérd...
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