Del 2016
se queda con nosotros Rosellito. (Ahora Gobernador, hay que tratarlo con distinción.
Lo estaremos llamando respetuosamente: Roselló Part-2 o P2 para abreviar.) Por
desgracia, en nuestra Isla, la política se ha hecho demasiado predecible. Una
vez electos, abandonan la gobernanza y promesas de campaña por
su sobrevivencia política. Lo que al final los lleva a perder lo que trataban
de retener. Ciclos autodestructivos a los cuales el PPD se ha hecho adepto.
Y ya que
hablamos de la política, el 2016 dejó claro que el exclusivismo dogmático del
PIP y la retórica socialistoide de ‘patria
es sacrificio’ es irrelevante en los tiempos modernos. La pretensión del
PIP como cacique de la independencia ha sido derrotado hasta la vergüenza. No hace
falta que el PIP quiera tardíamente abrir sus puertas a la unidad. ¡Ya pa’ qué!
Lo que hace falta es un líder con integridad que persiga los más 250,000 votos
que quedaron realengos.
El galardón
‘Candidato del Año’ le corresponde sin duda a Alexandra Lúgaro. No solo obtuvo
más votos que todos los demás candidatos independientes juntos (PIP y PPT incluidos)
sino que aportó un nuevo paradigma al léxico político isleño, el ateísmo como postulación
política. Debería ser ella el próximo presidente del Senado.
Toda festividad
política tiene un contexto religioso. Los celebrantes del Fin de Fiesta que vitorean
hoy, tienen que reconocer que ahora en estos tiempos modernos, no creer en
dios, ser ateneo, ya no te cuesta. Al revés, te gana votos.
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