Me estoy imaginando que al menos 100 mil de los votos por
Lúgano fueron otorgados por gracia de su declarado ateísmo. Algo que debe ser
un mensaje directo a los políticos que amamantan los votos de los ‘religiosos
cristianos’. La evidencia está retratada en las fotos aéreas del llamado Día de
Clamor a Dios. De un apoteósico 1996 donde más de 150 mil personas se
acumularon en el Capitolio a celebrar su poder político, la merma en la
asistencia ha sido casi tan seria como la de electores del PIP. Parece ser que
los primeros 100 mil cristianos de aquellas primeras asambleas se fueron a
votar con los ateos.
Aunque menos cristianos fanáticos y buscones es mejor, no
necesariamente la inversa (más ateos) sea mejor. Me explico.
¿Qué significa ser ateo? No creer en dios. Sí. Pero, en
el no-creer está implícito la posibilidad de que eso en lo no crees, exista. En
otras palabras es un debate existencial. Yo que sí y tú que no, coloca algo tan
sublime - cómo la existencia de un dios - en un debate parecido al del cambio
climático. Un debate que se reduce a tener fe en una o la otra de las partes.
Parecería que ser ateo es también un acto fe, tan fuerte como del que cree. Para
mí, no tiene mucho sentido, negar algo que no existe.
Por eso yo no digo que soy ateo. Porque no tengo fe ni en
una, ni la otra. Aunque el cambio climático pudiera reclutar evidencia a su
favor, en el caso del ateo, la falta de evidencia para apoyar cualquiera de los
argumentos, a favor o en contra, solo comprueba que realmente no tenemos idea
de lo que argüimos cuando hablamos de la existencia de un ‘más allá’, de un
‘creador del universo’, de la inmortalidad del espíritu/alma, y/o la falta (no
existencia) de eso mismo.
Dijo un poeta en
entrevista: ‘Yo no sé si existe o no dios, la vida eterna o el cielo. Pero,
siempre trato de portarme ‘bien’ por si acaso. No vaya a ser que todo eso exista
y termine eternamente echándole carbón a las calderas del infierno.”
Comments