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Política y Religión: Dos pájaros con alas ponzoñosas; o Entran Flacos y Salen Gordos.

            ¡Lo juro! Por mi madre que no tengo la mínima intención de criticar a ninguna religión y mucho menos algún político. Son sólo observaciones anecdóticas de la vida real. Si algo se gana con la edad, es la perspectiva del tiempo. Paralelismos. Ambos, políticos y religiosos, comienzan a destacarse en la temprana adultez. Comienzan su vida pública, delgados, atractivos, predicando la palabra de otro. Hasta que encuentran su propia voz.
            De la misma manera que el éxito atrae el dinero, parece ser que también atrae libras de peso. Según crece su reputación, crece su cuenta de banco y su cintura. Ambas cosas a la vez. La fama y sus continuos aciertos los lleva a creerse lo que predican y se reafirman en su certidumbre. Sus feligreses, seguidores, los protegen y defienden, sin importar equívoco. Crecen hasta hacerse más grandes que ellos mismos, en lo espiritual y lo material.
            En esta etapa comienzan a exigir, en nombre de su dios o su ideal, lo que a fin de cuentas son caprichos. En esta etapa, con sus deseos ya menos reprimidos, también comienzan a tropezar con la realidad. Convencidos de su propia verdad comienzan a pecar, en lo pequeño primero. Llenos de su propia importancia se sienten libres para despreciar lo que los llevó al éxito: sus seguidores, la rectitud moral y la ley misma que pregonaban cuando joven.
            Cuando el político ‘peca’ - lo cogen violando la ley - lo meten en la cárcel, preso por años. ¿Pero cuando el religioso peca? ¿Qué pasa?
            Espero que el infierno tenga espacio dónde acomodarlos. A todos.


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