Necesito agradecerle a todos los que han comentado mis ‘terapias’,
esté o no de acuerdo con el comentario, porque el primer paso siempre es dialogar
sobre cualquier asunto. Es tratar de entender, más allá de los estribillos
partidistas, qué busca el ciudadano que desea un estatus sobre otros; a qué realmente
le teme de los otros posibles estatus y a la vez buscar, sin vítores ni
banderines, aclarar cualquier posible confusión o contradicción con hechos
verificables. Yo empezaría a conversar sobre la colonia. Lo actual, por
obligación, tiene que ser el punto de partida. Primero, es el único estatus que
hemos tenido. El único que conocemos. Y ha sido así por 500 años.
Estamos de acuerdo que el estatus colonial es deshonroso,
pero es lo que nos ha traído hasta aquí. Si miramos a nuestro alrededor, todo
lo que vemos, bueno, malo o indiferente, se logró como colonia. El Expreso Las Américas,
el súper tubo, el tren urbano, etc., todo se ha logrado bajo la colonia. Ni la
estadidad ni la independencia han hecho nada por Puerto Rico. Aclaro que no me
refiero a los estadistas ni a los independentistas, digo que no han hecho nada porque
son estatus que no existen. Nunca han existido. Son promesas de un ‘futuro
mejor’.
¿Cómo se logró tanto desarrollo y progreso, si la colonia
es lo peor de lo peor? Un pequeño grupo de individuos escribieron una constitución
y cabildearon para autogobernarse. Una vez aprobada y ratificada, comenzaron a
gobernar por una mejor realidad inmediata, no necesariamente para un ‘futuro
mejor’. Me atrevería a decir que se ‘hackearon’ el estatus colonial para
traerle bienestar al país. A lo que voy es que el impedimento real no está en
la colonia, per se, sino en los colonizados que escogemos para gobernarnos.
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