La publicidad que está saliendo en favor de la estadidad
y el plebiscito es tan pervertida que los estadistas serios se deben
horrorizar. Votar por el triangulo no va
a descolonizar ni de inmediato ni ‘ahorita’, ni va a proteger la ciudadanía
americana. El triangulo tampoco nos va a defender de los encapuchados de
Maduro. La debacle social que los publicistas presagian si no se vota por la
estadidad ¡ya llegó! ¡Lo estamos viviendo!
El camino para que la nación de 50 estados nos acepte
como igual es conocido y se ha recorrido decenas de veces. El primer paso es
cambiar a territorio incorporado. Significa que nos aceptan como parte de esa
nación. Dejamos de ser una simple propiedad (posesión) e impide que nos puedan
vender a cualquier postor. Eso no descoloniza, ni nos otorga representación
federal con voto, ni otorga el voto presidencial. Para la Incorporación se requiere
aprobación legislativa federal con sus vistas públicas y la consecuente firma
del presidente de turno.
A partir de ahí se cabildea para que el congreso le solicite
al territorio que presente una constitución para el nuevo estado para así ver cómo
se van a gobernar. (Lo mismo sucedió con la ley 600 y el Commonwealth aka ELA. La
versión final revisada por el congreso también se aprueba en el territorio por
voto popular.) Igual, requiere aprobación legislativa, con sus vistas públicas
y la firma del presidente de turno.
El trecho final para la integración completa a la unión comienza
con la aprobación final de la constitución estatal. En esa etapa la aceptación
está prácticamente asegurada. El llamado ‘plan Tennessee’ se implementó en esta
etapa. El plan consistió en haber elegido los congresistas y senadores antes
del voto final para la estadidad y enviarlos a Washington DC a esperar la firma
del presidente para instalarse directamente en el capitolio. No existe, ni ha
existido nunca un atrecho (short-cut) hacia la estadidad.
No importa lo que digan los publicistas, aunque el
triangulo saque un millón de votos, primero hay que cabildear por la
incorporación. Y después...
...¡a ver que dicen ellos, los federales!
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