Llegó el día que ya nadie quería jugar béisbol con
el vecinito, a pesar de él tener bate y bola. El muchacho llegaba al parque con
el bate y la bola y se entretenía con tirar la bola para arriba, darle con el
bate y correr detrás de la bola para capturarla. Así pasaba un rato hasta que
el sol aparejado con la sed lo mandaban de vuelta a su casa. Bate y bola en
mano. Eso no es jugar beisbol. Pero no es de eso que quería hablar.
Se hace
evidente que se repite la estrategia del PNP en cargar los topos a favor del anexionismo
con la emboscada en noviembre que llaman plebiscito. Se parece al apostador aquel
que decía al tirar la moneda: ‘Cruz yo gano, Cara tu pierdes’. Lo que nadie ‘ha tirado al medio’ es lo que significa,
realmente, la estadidad. Los anexionistas plantean la estadidad como una solución
a nuestro coloniaje. Cosa que no es cierto y es una más de sus medias mentiras.
Lo único que logra el estado 51 es hacer desaparecer el ELA, junto a cualquier
otro posible estatus, ya que la estadidad es irreversible. Se mataron 450,000
americanos en una guerra para dejar eso claramente establecido.
Bueno
entonces, ¿qué significa ser ‘colonia’? Es como tener que rendirle cuentas a un
vecino que no es familia suya. Colonia significa estar sujeto a los acaecimientos
de un gobierno/país ajeno. En otras palabras, la falta de autarquía. Para los
que no conocen la palabra, es no tener la autoridad final en algún asunto. Ser autárquico
en abastos de alimentos es no tener que comprarle comida a nadie de afuera. La
autosuficiencia. En derecho o ley, significa no estar sujeto a un sistema de
ley ajeno.
Si te fijas
bien, ninguno de los 50 estados de la unión es autárquico. Todos están sujetos
a un gobierno federal. A una constitución federal y a una corte federal. Y
ellos, en su territorio, pueden hacer lo que les venga en gana, siempre y
cuando no contradigan al gobierno y la ley federal.
Igualito que
aquí con el territorio no-incorporado. Igual
que con las reservaciones de los indígenas norteamericanos. ¿Cuál es la
diferencia? Convertirnos en un estado más no resuelve el estatus, al contrario,
es allanarnos a un coloniaje eterno.
Como diría
Cantinflas: ‘Todo es sí, hasta que yo diga que no’.
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