Yo
nunca fui muy bueno en eso de tomar notas durante una clase o conferencia.
Siempre conté con mi memoria y si se me olvidaba algo, pues, sacaba mal la
pregunta en el examen. Digo esto porque estuve presente durante un
conversatorio sobre la desigualdad y la dependencia aquí en la Isla. Y claro no
tomé nota alguna. Sin embargo me atrevo a contar algunos de los detalles que
recuerdo, no son exactamente exactos los números, pero tampoco están errados. Y
quiero hacerlo, por lo impactante e importante que es la información que
compartieron conmigo y otros 18 presentes.
Para
el 1950 el 80% de la riqueza se encontraba en manos puertorriqueñas, para el
2010 ese 80% está ahora en manos extranjeras. Dinero que se genera aquí pero va
a parar al extranjero. No en nuestros bancos, ni se reinvierten en nuestra
tierra. Para el 1950 la deuda del gobierno era apenas el 30% del Producto
Nacional Bruto, hoy día la deuda es el 100% del Producto Nacional Bruto y se
está pagando esa deuda con más préstamos. Adéudanos más. Durante la década del
’50 había menos desigualdad económica y menos dependencia de las dádivas del
estado que ahora. La cosa empezó a cambiar a mediados de la década del ’70 con
los cupones de alimento, el salario mínimo federal y la famosa 936.
En
un estudio reciente sobre la desigualdad económica realizado por las Naciones
Unidas, a Puerto Rico lo colocan en la posición 130, entre 142 países del mundo.
Los adinerados, menos de un 20% de la población, controlan más de la mitad de
todo el dinero en la Isla. Algo así como un 60% de la riqueza. Para poner esto
en contexto, de los 12 países que viven peor desigualdad económica que nosotros
seis están en África, otros cuatro están en el Océano Pacífico y dos en América
Latina.
Y
sí a esto no se le busca remedio rápido, para el 2020, concluyó uno de los
catedráticos, la Isla se hará inviable, ingobernable. El día, dijo el
catedrático, que el gobierno no les pueda pagar la quincena a los maestros, a
los policías, ni a los bomberos, aquí va haber caos. El continuo éxodo de la juventud
educada, que le genera ingresos al gobierno, va a dejar una población de
envejecientes y desempleados que no completaron una educación mínima, con un
gobierno en bancarrota sin el dinero para suplir las necesidades básicas de esa
población totalmente dependiente del estado. ¡Caos! Sin duda, caos.
El
tango dice que veinte años no es nada, nuestro Armagedón está pronosticado para
suceder en ocho años. A solo dos elecciones después de la de este año. Y
nuestro gobierno insiste que la cosa está bien y mejorando.
Ojos
que no ven, corazón que no le importa. ¿Será?
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