Anoche soñé que la estadidad había ganado por 3 millones
de votos. El universo electoral votó por la estadidad. Solo los niños que no podían
votar no votaron. Más que unánime, la estadidad ganó: ¡UNÁNIME! Enseguida
llegamos al día siguiente y todos los que votaron, los 3,ooo,ooo, se amasaron
en San Juan, de la Fortaleza para abajo, a esperar la estadidad. Fue impresionante
ver todos aquellos seres mirando al cielo como si fuera a llegar la segunda
venida. Pasó la mañana sin mayores espavientos y solo unos pocos de aquellos ‘millonarios’
se fue a su casa a esperar la bienvenida.
En la tarde, el gobernador respaldado por su familia se
asomó al balcón, alzó los brazos y anunció a viva voz: ¡La estadidad está en
camino! El eco de los altoparlantes tomó minutos en llegar al final de los
esperanzados. ¡Está en camino! repetían muchos. La cacofonía de tantas voces
repitiendo a viva voz lo que apenas entendían se aglutinaban en una sola expresión:
¡La Estadidad ya está! ¡Ya está la
Estadidad!
Aquellos miles de millares se irguieron como un sólo organismo.
¡Dame lo que me toca! ¡La estadidad ya está! ¡Dame lo que me toca! De pronto la
multitud se transformó en una serpiente gigante, de boca exageradamente grande,
que voluptuosamente se acercaba al Palacio de Santa Catalina. La familia del
gobernador, asustados por el clamor abandonaron el balcón dejando al gobernador
solo.
Lo último que recuerdo del sueño es la figura del gobernador
con los brazos extendidos y los dedos en forma de V, símbolo del éxito, gritando
¡Está en Camino! ¡Está en Camino! cuando el lagarto del pópulo, como en una película,
se lo traga de un bocado.
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