Votar o no votar es la encrucijada que tenemos de frente.
Tenemos que decidir si hacer la diligencia ciudadana para ir y marcar la
papeleta o quedarnos tranquilos en familia. Como todo en la Isla, la respuesta depende
del color con que te vistes. Para los estadistas es fácil. ¡Tienes que ir a
votar! Si este gasto millonario va a servir para algo, todos los estadistas de
fundamento tienen que votar. Sin importar el partido que usualmente
apoyan.
Este censo (o conocimiento), realmente es fundamental
para que los todos partidos puedan desarrollar estrategias acertadas para las
próximas elecciones. O sea, que a todos les conviene que el censo sea genuino.
Que pinte una realidad. (Los porcientos y estadísticas son maná del cielo para
los asesores y consultores políticos.)
Para el que viste de verde, ya el Regente proclamó boicot.
Así que podemos tachar la asistencia de esos 35,000 votos. Para los 250,000
independientes, bueno pues, son independientes y harán lo que les venga en
gana. El asunto se les complica a los que visten de colora’o.
La astucia de mezclar en la papeleta Soberanía con Independencia
como si fuera una misma mala palabra y plantear una tercera alternativa sólo como
Territorio Actual, pretendió establecer los zócalos para un escrutinio
favoreciendo la estadidad. Pero en realidad lo que lograron fue perder el aval del gobierno federal y hacerle más
fácil al PPD ser parte del boicot. Realmente no dejaron alternativa que el fanático
PPD tenga que defender.
¿Qué significa no ir a votar? Simple. Desmerecer la
importancia del evento electoral. O sea, hicieron una fiesta y nadie llegó a
celebrar. Por mejor que fuera la música, se haría innegable que la fiesta resultó
ser una mierda.
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