Desde
siempre, me ha provocado mucha curiosidad aquellos que se llaman anexionistas o
estadistas en la lengua común, que no saben inglés, nunca han vivido en el
norte, ni sentido en carne propia el discrimen contra quien tiene aspecto de
latino. Sin hablar de los que tienen la piel un poco oscura. Hasta los de ‘piel
canela’ se consideran negros por allá. Y sobre el discrimen contra esa noble
raza no hay debate posible.
Quizás
la explicación a esta aparente contradicción de intereses esté en Disney. Fueron
con sus hijos a Disney y encontraron un mundo maravilloso repleto de sonrisas,
agrados a granel con un orden y amabilidad impresionante. Pero lo que nunca
vieron fue el mundo subterráneo de esos parques. Donde los empleados trabajan
como esclavos, mal pagos, bajo un régimen de supervisión exigente y humillante.
Al menos eso me han dicho varios que han trabajado allí.
Completando
la metáfora, es como la imagen que recibimos de los Estados Unidos de América
por vía de la televisión, las películas y las revistas de farándula. Se hace
posible entender cómo, estos compatriotas nuestros, anden confundidos pensando
que ese país tiene algún interés en incluir dentro de esa unión, otro estado donde
pocos saben inglés, donde casi todos tienen alguna seña de tez oscura y que además
son tan pobres, que en su mayoría necesitan de una subvención económica significativa,
para poder alcanzar un nivel de pobreza aceptable. Aclaro: ‘mínimo aceptable de
pobreza’, no (énfasis en no), riqueza.
Lo que
sí me es imposible de conciliar con la lógica, son el nutrido grupo de esos anexionistas
que no respetan la ley, no respetan la Carta de Derechos, no respetan el debido
procedimiento de ley, no respetan la constitución federal, ni respetan el ser
humano que les lleve la contraria. ¿Será posible que boguen por esa anexión Disney-esca
con el único propósito de aprovecharse
de la bondad de nuestro pueblo? Para que una vez en el poder, destruir las instituciones
y estructuras democráticas y como aves de rapiña devorar los cadáveres que dejan
a su paso.
¿Sera
posible? ¿O lo tomo muy a pecho?
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