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Los Quince

Llevo semanas pasando por un proyecto en una calle cerca de mi casa. Al fin decidí detenerme a ver de qué se trata. Lo que se ve es una excavación que deja a la intemperie un tubo con un roto. Curioso con el asunto le pregunto a alguien de ese vecindario de que se trata. Él me explica que llevan varios días trabajando en la excavación. Primero, me dice, excavaron un boquete demasiado pequeño para poder trabajar con el tubo.

Claro, se dieron cuenta de eso después que se fue la excavadora mecánica y guardaron las herramientas. Ese día se fueron temprano ya que no podían hacer nada más. A los pocos días trajeron la excavadora y ampliaron la apertura de boquete en la carretera. Lo único, me señala el vecino, que pusieron toda la tierra que sacaron alrededor del boquete impidiendo el acceso al mismo. Una vez más se dieron cuenta del problema después de que se llevaran la excavadora. Así que terminaron los trabajos temprano.

De ese entonces pasaron unos cuantos días cuando de pronto llegaron a trabajar con una pala mecánica para mover la tierra. Pasó el día en lo determinaron donde poner la tierra. En la calle no se puede porque bloquea totalmente el transito. En la acera contigua tampoco porque interrumpe el acceso a las residencias. Finalmente decidieron que el lugar más apropiado era un solar vacío que estaba en las inmediaciones. El único detalle es que la pala mecánica no podía llegar a ese lugar por unos postes que se sembraron para evitar que los autos se estacionaran en el terreno baldío. Otra vez se fueron temprano al no tener el personal apropiado para mover la tierra a mano. Al tiempo llegó un grupo de trabajo con palas y palazo a palazo movieron la tierra los 10 metros que hacía falta.

Advierto que todo esto me lo contaron, no fue que yo lo vi.

Después de que me contaran esas hazañas pasó un largo fin de semana más otros tantos días de fiesta. Casi me olvido del asunto cuando ayer, camino a otro lugar a otro asunto, veo que se está trabajando en el boquete. Decidí detenerme, mas por averiguao que por otra cosa. Se encontraban tres hombre dentro del boquete luchando con lo aparentaba ser una tapa de madera para una plataforma. Quitaban y ponían el pedazo de panel buscando acomodarlo al espacio que tenían. De la orilla alguien argumentó la mejor forma de cortar el panal para acomodarlo. Él que luchaba con el panel aceptó la recomendación a regañadientes. Salió del boquete con un ayudante cargando el panel. Me fijo, en ese momento, en el tubo. Curiosamente, el tubo seguía con el mismo roto.

Sierra en mano comenzaron a cortar el pedazo de panel hasta que uno de los observadores, o supervisor quizás, declaró que se había dañado el panel. Qué ya no servía y que no quedaba otro panel para recortar. Añadió que ya habían dañado todos los paneles que habían traído. Qué se iban a tener que ir. Ahí pensé que era tiempo de yo seguir camino, pero antes de partir me puse a contar cuantas personas componían ese grupo de trabajo. Sentados en la sombra conté cinco, parados al lado del camión otros tres, cuatro más estaban recostados alrededor del boquete ofreciendo soluciones, más los tres que bregaban con el pedazo de panel. Quince en total. Y el tubo seguía roto.

¿Será por eso que no hay progreso?

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