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La Tentación

No le presto mucha atención a las noticias del día. Prefiero darle la oportunidad al filtro de la trascendencia para enterarme qué de lo que se publica, es noticia. Si a los dos o tres días aun se habla del asunto ya sé que tiene importancia. No es necesariamente un sistema muy eficiente pero me ofrece la ventaja de enterarme muy poco de Maripili y sus andanzas.

Sin embargo, por causa del barullo con esta situación con los estudiantes universitarios le estoy pegando el oído a los medios noticiosos. Desgraciadamente me entero de muchas más cosas de lo que hubiera preferido conocer pero, nada, me imagino que ese es el precio de estar ‘al día’.

De ahí es que me expongo a la tentación. “Habrá una marcha a partir de las tres de la tarde.” Todos los sectores están invitados. ¡Hasta los Populares van a asistir! Recordé cuando era joven, alto y guapo. Y empecé a imaginarme con la marcha. En medio de un gentío, saludando amistades que no veía hace muchos años, repicando los coros, levantando el brazo en protesta, y otras tantas cosas propias de una marcha.

Dispuesto a unirme al grupo me puse a revisar el inventario: no tengo zapatillas, ¿qué zapatos me pongo? No puedo lastimarme los pies, tengo una fiesta a la noche; ¿me llevo una capa, por si llueve? ¿Y si hace calor? ¿Me pongo ropa liviana? ¿Tendré una camiseta sin insignia? Tengo que llevar gorra para cubrirme del sol. ¿Estará la policía? ¿Y si hacen otra encerrona? A mi edad ¡un macanazo!

Anunciaron que era a las tres, pero no dijeron donde. Ni hasta donde…

Esto lo escribí anoche, a ver mañana si sucumbí a la tentación.

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