Escuché en la tele la frase ‘golpe de estado’ de parte de un analista. Frase requeté conocida en América Latina y de limitado entendimiento en nuestra Isla. Claro, no se supone que pueda haber un golpe de estado en el sistema colonial que nos protege. (Sí, esta colonia nos amparó de esos vaivenes políticos que caracterizaron la historia del planeta durante el siglo pasado.) No pienso discutir la validez o no de este planteamiento. Sería entrar en el terreno movedizo del análisis político y no pienso meterme en eso, pero mi imaginación se tienta a ver qué relación pueda tener la estrategia de confrontación que esgrime el Gobierno en la Universidad de Puerto Rico con ese alegado ‘golpe de estado’.
Voy a ser lo más objetivo que pueda en estas observaciones. ¡Por mi madre!
Sabemos que la resistencia a todo abuso político parte de la gente educada. No del populacho. También sabemos que las universidades han sido siempre el bastión de los movimientos de cambio y a la vez a lo opuesto, la confrontación a los abusos del poder. Ese es el primer punto. Tampoco podemos negar que la educación pública – que controla el Estado – se ha deteriorado de forma magna. El analfabetismo práctico, que se logró reducir a apenas un 10% de la población durante la mitad del siglo pasado, ha ido creciendo, acaparando casi un 20% de nuestra ciudadanía. La deserción escolar es de un 50% y el deterioro social se mide en asesinatos y suicidios. ¿Ok?
Ok. ¿Y que tiene esto que ver con qué? Un pueblo sin educación es un pueblo manso. Si se logra cerrar la Universidad y van bien encaminados hacia eso con la política que llevan las autoridades, se cierra el último baluarte de la disidencia. Más aun se cierra el empollador del discernimiento. En otras palabras, si consiguen clausurar la universidad, al igual que han tratado de hacer con otras instituciones como el Colegio de Abogados, se libera el camino hacia el totalitarismo de un partido político. Lo que sería un logro extraordinario en una democracia, sin tener que librar una guerra civil. Creo que Adolfo Hitler ha sido el único en lograrlo antes, democráticamente.
QED.
Advierto, que la idea no es mía, solo es mío el argumento.
Voy a ser lo más objetivo que pueda en estas observaciones. ¡Por mi madre!
Sabemos que la resistencia a todo abuso político parte de la gente educada. No del populacho. También sabemos que las universidades han sido siempre el bastión de los movimientos de cambio y a la vez a lo opuesto, la confrontación a los abusos del poder. Ese es el primer punto. Tampoco podemos negar que la educación pública – que controla el Estado – se ha deteriorado de forma magna. El analfabetismo práctico, que se logró reducir a apenas un 10% de la población durante la mitad del siglo pasado, ha ido creciendo, acaparando casi un 20% de nuestra ciudadanía. La deserción escolar es de un 50% y el deterioro social se mide en asesinatos y suicidios. ¿Ok?
Ok. ¿Y que tiene esto que ver con qué? Un pueblo sin educación es un pueblo manso. Si se logra cerrar la Universidad y van bien encaminados hacia eso con la política que llevan las autoridades, se cierra el último baluarte de la disidencia. Más aun se cierra el empollador del discernimiento. En otras palabras, si consiguen clausurar la universidad, al igual que han tratado de hacer con otras instituciones como el Colegio de Abogados, se libera el camino hacia el totalitarismo de un partido político. Lo que sería un logro extraordinario en una democracia, sin tener que librar una guerra civil. Creo que Adolfo Hitler ha sido el único en lograrlo antes, democráticamente.
QED.
Advierto, que la idea no es mía, solo es mío el argumento.
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