La historia es verídica. Una turista en Atenas detuvo un taxi frente a su hotel y le pidió que la llevara, a ella y a su amiga, a la Acrópolis. Su intención fue adelantarse al grupo con quien viajaba y poder ver las ruinas a su propio ritmo. Luego de varias vueltas por la ciudad llegó a su destino. Feliz. Pagó el taxi y le pidió regresar en tanto tiempo para llevarlas de vuelta al hotel. Santo y bueno.
Un par de días después ella se unió a su grupo para visitar las ruinas. Orgullosa de saber más que los demás gracias a su visita adelantada. Se reunieron frente al hotel, caminaron alrededor de la cuadra y ¡poof! allí estaba la Acrópolis. A solo unos metros del hotel donde se hospedaba. Aquél taxista la había paseado por toda Atenas.
Es como una ley, el que un taxista, si descubre que uno desconoce la localidad, se aprovecha y pone a correr el metro. A veces hasta darle la vuelta a la misma cuadra varias veces con tal de aumentar el costo del pasaje. Y claro, uno sin remedio, ni conciencia clara del asunto. Pues al fin cogieron a 56 taxistas en la ciudad de Nueva York alterando el metro para aumentar el pasaje. Cosa que es ilegal. Darle a uno vueltas por la misma cuadra aunque inmoral no es ilegal pero con la técnica de esos astutos taxistas le pueden tomar el pelo hasta al más conocedor.
Hasta los otros días que privatizaron el aeropuerto LMM había dos empleados de turismo organizando la transportación en taxi. Preguntaban el destino del viajero y le daban un documento de tres copias con el costo del pasaje. Siempre pensé que el propósito de ese ejercicio burocrático era evitar que el taxista timara al turista. Pues me equivoque. Ha menos de dos semanas de haber privatizado el aeropuerto y eliminado los empleados, dos taxistas se entraron a tiros argumentando que uno o el otro se había saltado en la fila.
¡Hasta el más sabio se equivoca!
Un par de días después ella se unió a su grupo para visitar las ruinas. Orgullosa de saber más que los demás gracias a su visita adelantada. Se reunieron frente al hotel, caminaron alrededor de la cuadra y ¡poof! allí estaba la Acrópolis. A solo unos metros del hotel donde se hospedaba. Aquél taxista la había paseado por toda Atenas.
Es como una ley, el que un taxista, si descubre que uno desconoce la localidad, se aprovecha y pone a correr el metro. A veces hasta darle la vuelta a la misma cuadra varias veces con tal de aumentar el costo del pasaje. Y claro, uno sin remedio, ni conciencia clara del asunto. Pues al fin cogieron a 56 taxistas en la ciudad de Nueva York alterando el metro para aumentar el pasaje. Cosa que es ilegal. Darle a uno vueltas por la misma cuadra aunque inmoral no es ilegal pero con la técnica de esos astutos taxistas le pueden tomar el pelo hasta al más conocedor.
Hasta los otros días que privatizaron el aeropuerto LMM había dos empleados de turismo organizando la transportación en taxi. Preguntaban el destino del viajero y le daban un documento de tres copias con el costo del pasaje. Siempre pensé que el propósito de ese ejercicio burocrático era evitar que el taxista timara al turista. Pues me equivoque. Ha menos de dos semanas de haber privatizado el aeropuerto y eliminado los empleados, dos taxistas se entraron a tiros argumentando que uno o el otro se había saltado en la fila.
¡Hasta el más sabio se equivoca!
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