En los tiempos de antes, principios del siglo veinte y mucho antes, se llevaba una bolsa de tela a la Plaza del Mercado, donde se echaban las verduras y frutas que comprabas. Todas las compras se echaban en bolsas de tela. Aquellas bolsas con el tiempo se deterioraban y cogían mal olor. Se llenaban de basura y se echaban al zafacón.
Llegó el próximo paso evolutivo con la bolsa de papel, o funda. Una maravilla. Higiénicas de por sí, se podían usar para escribir, los tamaños servían de medida del peso del contenido y al final las llenabas de basura y las echabas al zafacón.
Con el advenimiento de los tiempos modernos llegaron las bosas plásticas. Otra maravilla. Vinieron a substituir las fundas de papel que requerían arboles como materia prima. Prometían ser una solución ecológicamente correcta a la matanza de los arboles. Pequeñas y livianas pero fuertes y resistentes permearon todos los renglones del comercio de consumo. Después del uso inicial se llenan de basura y se botan al zafacón.
Pero llegó la GranCrisisEcológica ante la cual surge el rechazo universal al poder contaminante de esa sencilla bolsita de plástico. De pronto todos los comercios están ofreciendo bolsas de tela para llevar la compra. Comprometidos, aparente, con la nueva conciencia ambientalista que a la vez les conviene porque pronto no tendrán que gastar en bolsas, punto. Ni de papel ni plásticas. Nyet. Nada.
¡Y ahí es que la cosa se pone mala!
Dime ahora, si eliminan las bolsas que regalaban, ¿dónde voy a poder echar la basura que va para el zafacón? ¿Ah? Dime.
Llegó el próximo paso evolutivo con la bolsa de papel, o funda. Una maravilla. Higiénicas de por sí, se podían usar para escribir, los tamaños servían de medida del peso del contenido y al final las llenabas de basura y las echabas al zafacón.
Con el advenimiento de los tiempos modernos llegaron las bosas plásticas. Otra maravilla. Vinieron a substituir las fundas de papel que requerían arboles como materia prima. Prometían ser una solución ecológicamente correcta a la matanza de los arboles. Pequeñas y livianas pero fuertes y resistentes permearon todos los renglones del comercio de consumo. Después del uso inicial se llenan de basura y se botan al zafacón.
Pero llegó la GranCrisisEcológica ante la cual surge el rechazo universal al poder contaminante de esa sencilla bolsita de plástico. De pronto todos los comercios están ofreciendo bolsas de tela para llevar la compra. Comprometidos, aparente, con la nueva conciencia ambientalista que a la vez les conviene porque pronto no tendrán que gastar en bolsas, punto. Ni de papel ni plásticas. Nyet. Nada.
¡Y ahí es que la cosa se pone mala!
Dime ahora, si eliminan las bolsas que regalaban, ¿dónde voy a poder echar la basura que va para el zafacón? ¿Ah? Dime.
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