En una revista impresa en papel, de las que puedes llevar para leer en el tren, repiten un chiste que según el autor está de moda en la Habana, Cuba. Le preguntan a un niño “¿Qué quieres ser cuando grande? Luego de pensar unos compases respondió: ¡Extranjero!” Me parece escuchar el acento, ese único de la Habana. Pasada la merecida gracia del chiste, me quedó un pensamiento sembrado en la mente.
En el más resumido resumen, en filosofía tiene un nombre más elegante, lo que ese niño no quiere ser es él. Él está en la mejor disposición de ser cualquier otro menos él. Esto es común, para mí al menos. Están los acólitos occidentales de sectas hindúes que visten como hindú, se pintan como hindú, comen como hindú y quieren que uno los imite. O sea, que uno imite a un fulano que está imitando a otra raza y cultura. No sé si para otros, pero para mí alguien que quiere ser extranjero no es que quiere ser otro, sino qué lo que no quiere es ser él.
Lo que me trae al pitiyanqui.
¡Dios me libre! ¡No estoy hablando de política!
Yo no me inventé lo de pitiyanqui, fue un poeta a quien todavía le compran libros y varias escuelas llevan su nombre. Si la escuela se llama como él, no puede ser malo.
Pitiyanqui es él que es más papista que el papa. Es él que quiere ser extranjero. Es él que no quiere ser boricua, como si la mancha del plátano le amargara la boca. Es él que asevera sin temor a equivocarse:
“El problema con Puerto Rico es que está lleno de puertorriqueños”
¿Y qué hacemos con ellos? ¿Dónde los mandamos?
Digo, si estuviera de acuerdo.
En el más resumido resumen, en filosofía tiene un nombre más elegante, lo que ese niño no quiere ser es él. Él está en la mejor disposición de ser cualquier otro menos él. Esto es común, para mí al menos. Están los acólitos occidentales de sectas hindúes que visten como hindú, se pintan como hindú, comen como hindú y quieren que uno los imite. O sea, que uno imite a un fulano que está imitando a otra raza y cultura. No sé si para otros, pero para mí alguien que quiere ser extranjero no es que quiere ser otro, sino qué lo que no quiere es ser él.
Lo que me trae al pitiyanqui.
¡Dios me libre! ¡No estoy hablando de política!
Yo no me inventé lo de pitiyanqui, fue un poeta a quien todavía le compran libros y varias escuelas llevan su nombre. Si la escuela se llama como él, no puede ser malo.
Pitiyanqui es él que es más papista que el papa. Es él que quiere ser extranjero. Es él que no quiere ser boricua, como si la mancha del plátano le amargara la boca. Es él que asevera sin temor a equivocarse:
“El problema con Puerto Rico es que está lleno de puertorriqueños”
¿Y qué hacemos con ellos? ¿Dónde los mandamos?
Digo, si estuviera de acuerdo.
Comments