Decidí, temprano en la mañana de hoy (ayer), posponer mi felicitación de Navidad hasta el día después (hoy); hasta ver qué transcurre durante el día de navidad. O sea, hoy. Déjame aclarar que yo soy un eterno optimista. Yo siempre veo el vaso medio lleno. Pero…
Recientemente he tenido unos días difíciles. Difíciles en lo cotidiano. En los grandes temas éticos y morales no tengo problemas. Tampoco tengo conflictos internos. Ni urgencias emocionales subyugadas al inconsciente por el súper ego. En lo más fundamental soy un hombre feliz. Es con las cosas pequeñas que estoy viviendo esos afamados ‘tiempos interesantes’.
No quiero contarles sobre el día que no pude lograr nada. Un día de búsqueda sin alcanzar nada. Ni sobre lo incapacitado que me sentí al pretender instalarle un sistema de sonido al recibidor de satélite y un nuevo televisor plano. (Con tres libros de instrucciones a mano que bautizan las mismas entradas y salidas con diversos nombres. Me tomó una noche de meditación y una mañana de atrevimiento poner a funcionar el sistema. Más dos cables de $20 c/u.)
Yo, ni siquiera quiero recordar llegar a la tienda anteayer a recoger un artículo qué por teléfono valía $30 y en la tienda $60. Y al levantarlo me doy cuenta que el taxi va a ser indispensable. Otros $20. Yo no quiero hablar de eso. Por eso me detengo aquí a esperar a que transcurran las horas necesarias para que culmine la festividad de hoy (ayer).
…..
No pasó nada. Así qué: ¡Feliz Navidad! A la segura.
Recientemente he tenido unos días difíciles. Difíciles en lo cotidiano. En los grandes temas éticos y morales no tengo problemas. Tampoco tengo conflictos internos. Ni urgencias emocionales subyugadas al inconsciente por el súper ego. En lo más fundamental soy un hombre feliz. Es con las cosas pequeñas que estoy viviendo esos afamados ‘tiempos interesantes’.
No quiero contarles sobre el día que no pude lograr nada. Un día de búsqueda sin alcanzar nada. Ni sobre lo incapacitado que me sentí al pretender instalarle un sistema de sonido al recibidor de satélite y un nuevo televisor plano. (Con tres libros de instrucciones a mano que bautizan las mismas entradas y salidas con diversos nombres. Me tomó una noche de meditación y una mañana de atrevimiento poner a funcionar el sistema. Más dos cables de $20 c/u.)
Yo, ni siquiera quiero recordar llegar a la tienda anteayer a recoger un artículo qué por teléfono valía $30 y en la tienda $60. Y al levantarlo me doy cuenta que el taxi va a ser indispensable. Otros $20. Yo no quiero hablar de eso. Por eso me detengo aquí a esperar a que transcurran las horas necesarias para que culmine la festividad de hoy (ayer).
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No pasó nada. Así qué: ¡Feliz Navidad! A la segura.
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