Ayer me llevaron a ver la película nueva de Terrence Malick (Days of Heaven; The Thin Red Line): The Tree of Life. Es una obra pictórica en movimiento que muchos que dicen ser video-artista van a envidiar o admirar, que es lo mismo pero sin la rabia. Tiene imágenes que no tengo idea de como las creó y Puntos de Vista (ángulos de cámara) que no me hubiera imaginado. Rechaza la narrativa tradicional totalmente, ilustrando el presente moderno de estructuras rigidas, el pasado bucólico pero con su lado oscuro y la eternidad indescifrable: todo a la vez. Su ‘realismo’ es totalmente subjetivo y la película llega a disolverse a un surrealismo casi abstracto. Sin embargo consigue apretarte el pecho justo en el tiempo que debería haber un clímax, sin que haya drama o melodrama alguno. No es el tipo de film que aquí dure mucho en cartelera. Pero es lo que para mí es el cine puro o depurado de las convenciones del drama. Pura imagen en movimiento con un contenido auditivo que apoya la imaginería y provee un impacto emocional. Una verdadera OBRA cinematográfica. Si realmente te gusta el cine no te la debes perder.
Nunca había pensado que ver la televisión fuera una experiencia, de la forma en que se habla de la experiencia de ir al cine. Hasta ahora, que me veo obligado a tomar una decisión monumental. ¿Corto el cable y boto la cajita? ¿Para acogernos a los tiempos modernos con Netflix y Amazon, VOD, DOD, Youtube, Video Streaming, etc., y economizar en gastos? O ¿sigo amarrado al cable con los 500 canales dónde nunca hay nada que ver? Los argumentos son obvios. El cable/satélite provee un sin fin de canales y eventos, mientras el ‘streaming’ provee un sin fin de temas instantáneamente disponibles. Después de leer sobre las posibles configuraciones que incluye antenas exteriores, grabadora de video programables, internet, proveedores, y etc., tuve que aceptar que en realidad el cable/satélite se puede eliminar sin una pérdida mayor. Lo que inmediatamente me puso a pensar en esa pérd...
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