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El Reyecito

No sé cuantos recuerden El Reyecito. Un personaje de tirilla cómica del que llegaron a hacer animaciones. De su mentón crecía una barba que formaba un espiral y al hablar, en el caso de las animaciones porque en la tirilla mantenía el silencio, se escuchaba un sonsonete ininteligible que imitaba un acento francés. “Uí, uí uí, uí uí.” Representaba siempre lo ridículo que podía ser un Rey con poderes imperiosos.

No hace mucho tropecé en un periódico de la capital con una foto que me recordó al Reyecito. La foto a color era del Presidente Plenipotenciario de una republica vecina, cuyo nombre no voy a mencionar para evitar ofender algunos amigos. Pero no fue la foto sino lo que recientemente había declarado ese personaje lo que me llamó la atención. La foto solo me recordó al Reyecito.
Como parte de una disputa con una republica contigua amenazó a los Estados Unidos de Norte América con no venderle más petróleo si se inmiscuía en el asunto. La amenaza me puso a pensar y busque la información que podría justificar ese ultimátum.

Pues resulta que el petróleo que no le vendería representa sólo el 9% del consumo de petróleo de los EEUU. Una cantidad de menor importancia ya que ellos podrían suplirse de cualquier otro país productor de petróleo, como México o los Emiratos. Sin embargo ese 9% representa el 90% del petróleo que vende el país amenazante.

Nada, que ahora entiendo porque el susodicho Presidente completó la amenaza con la frase, “No importa lo que nos cueste”. Es como uno mismo quemar su casa para evitar que los ladrones te roben.

“Uí, uí uí, uí uí.” decía el Reyecito.

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