[Nota del Autor: Hace unos cuantos días que quiero escribir este artículo pero la persecución implacable de la pobreza y la inescapable solución a la misma – el trabajo - no me lo han permitido. Bueno sobre mí con eso basta. Pp]
Todo el mundo está pelao. Nadie tiene ni un nickel, ni un chele o un pesito. Nadie tiene nada y el que tiene lo guardó debajo del colchón para que no se le evapore. Y no es aquí ná más es en el planeta Tierra. Nos van a tocar tiempos interesantes.
Pero regresemos al dinero. Sabemos que el dinero es sólo un acuerdo sin contrato de que este objeto sea metal, papel, piedra o caracol, tiene un valor. La función social del dinero es para poder dejar de pagar las cuentas en gallinas, cabros, vacas y parcelas de terreno. En otras palabras tres de estos vale un pollo y con treinta te llevas el cerdito. Hace un tiempo y en algunos lugares una esposa podía costar varios cabros y un par de camellos.
Comúnmente se confunde el dinero con la riqueza. La riqueza es material. Riqueza es el castillo del Conde. Las 20 mil acres. Riqueza es lo tangible. El yate, el jaguar (si es que ya están pagos), el establo de caballos de paso fino, eso es riqueza. Lo material. Pero la riqueza no trae consigo felicidad, eso hay que pagarlo aparte.
A lo inverso el dinero es intangible. Una casa de tres habitaciones y dos baños es una casa de tres habitaciones y dos baños en cualquier lugar del planeta. Más grande o más chiquita, con o sin alfombras, pero es lo mismo. Sin embargo un dólar vale menos que un euro pero ambos valen más que un peso. En la capital el escudo compra menos pan que en el campo. A lo que voy es que el dinero es totalmente inconcreto, subjetivo y su valor responde más a la percepción de la realidad que a la realidad misma.
Pero el dinero trae consigo unos valores emocionales extraordinarios, tan valiosos como intangibles. El dinero trae paz. Sosiego. Saber que ese dinerito va a estar ahí a fin de mes trae una tranquilidad mental invaluable. Tener los chavitos para ir al cine, comprar un reloj o una buena cena de cuando en vez eleva el corazón, preña la compasión y forja amor por el prójimo.
Lo que yo entendí hace tiempo ya y espero que con esta declaración lo entienda todo el planeta, es que el dinero es espiritual, no material. Y es la confusión que existe entre el dinero y la riqueza lo que nos está llevando a la ruina espiritual.
Todo el mundo está pelao. Nadie tiene ni un nickel, ni un chele o un pesito. Nadie tiene nada y el que tiene lo guardó debajo del colchón para que no se le evapore. Y no es aquí ná más es en el planeta Tierra. Nos van a tocar tiempos interesantes.
Pero regresemos al dinero. Sabemos que el dinero es sólo un acuerdo sin contrato de que este objeto sea metal, papel, piedra o caracol, tiene un valor. La función social del dinero es para poder dejar de pagar las cuentas en gallinas, cabros, vacas y parcelas de terreno. En otras palabras tres de estos vale un pollo y con treinta te llevas el cerdito. Hace un tiempo y en algunos lugares una esposa podía costar varios cabros y un par de camellos.
Comúnmente se confunde el dinero con la riqueza. La riqueza es material. Riqueza es el castillo del Conde. Las 20 mil acres. Riqueza es lo tangible. El yate, el jaguar (si es que ya están pagos), el establo de caballos de paso fino, eso es riqueza. Lo material. Pero la riqueza no trae consigo felicidad, eso hay que pagarlo aparte.
A lo inverso el dinero es intangible. Una casa de tres habitaciones y dos baños es una casa de tres habitaciones y dos baños en cualquier lugar del planeta. Más grande o más chiquita, con o sin alfombras, pero es lo mismo. Sin embargo un dólar vale menos que un euro pero ambos valen más que un peso. En la capital el escudo compra menos pan que en el campo. A lo que voy es que el dinero es totalmente inconcreto, subjetivo y su valor responde más a la percepción de la realidad que a la realidad misma.
Pero el dinero trae consigo unos valores emocionales extraordinarios, tan valiosos como intangibles. El dinero trae paz. Sosiego. Saber que ese dinerito va a estar ahí a fin de mes trae una tranquilidad mental invaluable. Tener los chavitos para ir al cine, comprar un reloj o una buena cena de cuando en vez eleva el corazón, preña la compasión y forja amor por el prójimo.
Lo que yo entendí hace tiempo ya y espero que con esta declaración lo entienda todo el planeta, es que el dinero es espiritual, no material. Y es la confusión que existe entre el dinero y la riqueza lo que nos está llevando a la ruina espiritual.
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