Los periódicos están repletos de reportajes y consejos sobre la avecinante temporada de huracanas. San Felipe y San Siríaco siguen siendo los modelos literarios para los periodistas/historiadores. De ahí saltan a Andrew, completan con Katrina, pero nunca mencionan a Hugo. (Tampoco mencionan mucho a Santa Clara, pero la verdad es que yo vi la tormenta y no fue gran cosa.)
Hugo fue la tormenta que rompió el hielo. Luego de treinta años sin escuchar un silbido tormentoso, llegó Hugo y dejó el Yunque calvo. (Lo que puede simbolizar que el Huracán siempre le va a dar pela a Yukiyú.) Arrasó con las marinas de Fajardo y Vieques. Arremetió contra la agricultura del Este. Arropó las murallas de la Fortaleza con las olas de la bahía. De San Juan a Utuado no quedó una mata de plátano en pie. Y los torcidos pinos que bailaban con el viento en el Morro quedaron destrozados.
Pero en Ponce no llovió, y como no llovió en Ponce, ni en Mayagüez, a Hugo se puso en la tablilla del olvido. Lo que Hugo me enseñó es que si vives en casa de cemento con tormenteras en las ventanas y las puertas, en terreno alto y seco, lejos de las quebradas, y los ríos, y los derrumbes, no tienes que preocuparte por el Huracán.
Hugo fue la tormenta que rompió el hielo. Luego de treinta años sin escuchar un silbido tormentoso, llegó Hugo y dejó el Yunque calvo. (Lo que puede simbolizar que el Huracán siempre le va a dar pela a Yukiyú.) Arrasó con las marinas de Fajardo y Vieques. Arremetió contra la agricultura del Este. Arropó las murallas de la Fortaleza con las olas de la bahía. De San Juan a Utuado no quedó una mata de plátano en pie. Y los torcidos pinos que bailaban con el viento en el Morro quedaron destrozados.
Pero en Ponce no llovió, y como no llovió en Ponce, ni en Mayagüez, a Hugo se puso en la tablilla del olvido. Lo que Hugo me enseñó es que si vives en casa de cemento con tormenteras en las ventanas y las puertas, en terreno alto y seco, lejos de las quebradas, y los ríos, y los derrumbes, no tienes que preocuparte por el Huracán.
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