Hoy, leyendo un artículo que describe la ‘situación’ ‘actual’
en Venezuela, me puse a pensar ¿por qué la gente no critica, ni acepta
críticas, sobre sus correligionarios? “¡El mío no se equivoca!” Lo mismo se ve
en la campaña de Trump. Sus idólatras no ven el fascismo que pregona y
justifican sus barbaridades culpando los medios.
Chiquitota está tan convencida de sus mentiras olímpicas
que no le importan los hechos históricos verificados. Opositores aluden a una ‘soberanía
territorial’ que no existe, ni puede existir, dentro del marco federalista. Con
su interminable eco quieren hacer la mentira parecer verdad.
La palabra ‘lealtad’ es la que se esgrime para exigir que
se tape el cielo con la mano. La ‘lealtad’ que requieren los políticos es
prácticamente religiosa. Esa lealtad al líder o el partido no se traduce a la
bienandanza del país. Lo que hace es perpetuar o delegarle poder político a ese
líder. Le garantiza el ‘guiso’ al político. Nada más.
Para concluir. Sí, ambas quimeras políticas pudieran suceder.
En la Dimensión Desconocida todo puede
ser posible. Incluyendo verdades que se contradicen.
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