Estoy comenzando a sospechar que el pecado original nada tuvo
que ver con la serpiente y menos la mal llamada manzana. Fue el espejo. No me
cabe duda. Esta mañana usé un retrovisor para verme la parte de atrás de la
cabeza y descubrí que estoy calvo. De pronto me llegaron a la mente tres
docenas de sugerencias de cómo manejar el asunto. Desde implantes hasta un
polvo mágico que anuncian en la tele. Una preocupación por la apariencia que
nunca tuve hasta verme la calvicie.
Si no fuera por el espejo no sabrías quien eres tú. Podrías
reconocer a todo el mundo menos a ti. Y eso es así hasta que te ves en un
espejo. Ahora con los telefonitos nuevos puedes enseñarle a otros lo que ves en
el espejo. Si la imagen intransferible del espejo provocó la civilización que tenemos,
¿qué será lo que finalmente traiga el ‘selfie’?
¡¡¡¿¿¿Una civilización Kardashian/West???!!!
¡Uyyy!
¿Quién vendrá a socorrernos?
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