Gracias a un amigo se me abrió la puerta del restaurado,
aún sin abrir, histórico restaurant La Bombonera. Un privilegio que tengo que
compartir. Asiduo de la cafetería desde fines de los años setenta y luego cliente
regular hasta que cerraron, conozco bien ese lugar grabado ya en algún tipo de
memoria ancestral. Distinto, a la vez que le lavaron la cara al espacio del
salón y añadieron un segundo nivel, esta vez la restauración me impresionó. Me
llamó la atención el respeto al espacio ya tradicional, con la barra de la
fuente de soda como elemento dominante, igual que antes. La cafetera aquella con
más de cien años, ícono del restaurant, ha sido restaurada inmaculadamente y lo
más grande es que ahora cuela café como nueva. Los ‘booths’, los pesados muebles
en madera que al entrar estaban a la izquierda, son ahora mesas sencillas para
cuatro - elegantes - creando un espacio mucho más airoso.
Además del respeto a lo que ya había pude encontrar un
gusto por lo moderno. El piso de pequeñas lozas blancas le da unidad a todo
aquel largo espacio que conocemos. Las paredes blancas cubiertas en parte por
una losa gris le añaden el aliño que exige un consumidor moderno y colabora con
el minimalismo que subyace la renovación. Estupendo el logro del arquitecto.
Conserva el pasado sin ser folclórico.
La cocina que ocupa todo el segundo piso es totalmente
nueva. Súper amplia, para el Viejo San Juan, con todos los enseres que habitan
en una cocina profesional fácil de mantener limpia. Si ésta visita se pudiera comparar
con una cena entonces el postre sería el simple y cómodo apartamento estudio que
completa el tercer piso del edificio. Apartamento destinado para el uso de chefs
invitados.
Sin duda los nuevos dueños aman su herencia y a la vez
tienen una clara visión de las posibilidades que ofrece el futuro.
Felicitaciones a todos los participantes, propietarios, arquitectos y trabajadores.
¡Gracias por devolvernos La Bombonera! ¡Y gracias a Luis Raúl que tenía la
llave!
Esperamos pacientemente la reapertura.