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Democracia Religiosa

Anoche soñé con Ricky Martin. No, no fue esa clase de sueño. Invitado a un desfile en honor a Ricky Martin me toco el espacio justo detrás de él. Cuando terminó el desfile le permitieron a algunos de los invitados, incluyéndome, saludarlo. Darle la mano. ¿Que motivó el sueño?; lo desconozco, pero los sueños no necesitan motivación. Tienden a aparecer porque les da la gana. Quizás, el disparatado discurso de la astuta pastora en la legislatura fue la causal.

La señora pastora, inmaculadamente acicalada, retorció la lógica aristotélica argumentando que lo serio no es que Ricky Martin sea homosexual, sino que lo haya publicado. Y es que así son los religiosos, no importa como sea el bautizo, la realidad se esconde y la verdad se desvalora, con tal de no afectar la paz de los feligreses. Y claro, ni se afecte el diezmo que con una u otra justificación todas las iglesias cobran. La única verdad es la que describen los ‘pastores’.

Los que encuentran mal que los legisladores hayan prestado nuestra casa de las leyes como foro para ese discurso homofóbico, realmente no deben de extrañarse. Estos astutos legisladores son iguales a la susodicha pastora. Desean ser parte de una gran nación pero no respetan el fundamento constitucional de esa nación. Las leyes y la constitución, para ellos, son meros ejercicios literarios cuyo valor está en poder esgrimir el Artículo, Sección o Clausula, que mejor le convenga para defender o justificar su punto de vista. Lo mismo que hacen los religiosos con la Biblia. Lo real, una vez remueves lo siete velos del engaño y la mentira, es que ninguno cree en la democracia. O quizás esté mejor dicho, solo creen en la democracia que les conviene. En este caso podemos llamarla una democracia religiosa. “¡Haces lo que yo diga o Dios te va a castigar!”

Como decía mi mamá: a Dios rogando y con el mazo dando.

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