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Showing posts from August, 2010

¡Que Llueva! ¡Que Llueva!

Según la tradición boricua debemos agradecerle a la deidad Taína que habita en el Yunque el haber espantado al huracán Earl. Sin ese apoyo síquico probablemente estaríamos batallando el malévolo Taíno. Digo, según la tradición. Ahora, tengo que decir que esta vez los medios de comunicación se portaron como gente. No hubo espavientos, ni histeria. El gobierno no alarmó a nadie y como tal, la tormenta pasó con un mínimo de dificultades. Algunos dicen que la mayor dificultad fue el terrible tapón que se formó al dejar salir a todo el mundo de sus empleos y las escuelas a la misma vez. (Si le damos pensamiento a eso, puede que sea indicativo que no hay carretera para tanto carro.) Pero ese no es el tema. Durante los reportajes, mesurados como dije, se mencionaron una docena de huracanes previos. Algunos que llegaron a la Isla y otros que solo bordearon la costa. Todos dejaron estragos de una u otra clase. Pero nadie, nadie, mencionó a Hugo (1989). No es que yo tengo una afición particular

John Adams Says

Para un día de protestas como hoy citar a John Adams, el primer vicepresidente (1789-1797) y luego segundo presidente (1797–1801), de la república constitucional de Norteamérica, me parece apropiado: “Laws for the liberal education of youth, especially of the lower class of people, are so extremely wise and useful, that, to a humane and generous mind no expense for this purpose would be thought extravagant.” Para aquellos que no mascan el difícil (que según los estudios son más del 70% de los puertorriqueños) hago la traducción. ‘Leyes para una educación liberal de la juventud, en especial para las gentes de las clases pobres, son tan extremadamente sabias y útiles, que para una mente humanitaria y generosa, ningún gasto para este propósito puede considerarse extravagante.’ Amén. ¡Ah! Gracias a Carlitos Bonnet que me hizo llegar la cita.

¿Y Los Chavos Donde Están?

Desde que me enteré que existía tal cosa como ‘deuda estructural’ llevo rato tratando de que el banco me permita tener una deuda estructural con ellos. Por desdicha ellos alegan que no existe tal cosa. Los prestamos se pagan y punto. Con intereses, claro. (Otra palabra interesante. ¿De quién es el interés? ¿Del que se fue al rio junto con el amor que le tenía?) Insisto en conseguirme un contable creativo. Como saben la inmensa mayoría de los contables solo suman y restan. A mí me hace falta uno que sepa geometría y quizás un poco de cálculo. Aun no lo consigo pero se me ocurre que quizás el Sistema de Retiro de los Empleados del Gobierno y la Judicatura y el Sistema de Retiro para Maestros se deben conseguir uno. No sé el nombre del que se inventó la ‘deuda estructural’ pero me atrevo a recomendarlo. Todavía no han arrestado a nadie por ese defalque, así que tiene que ser buenísimo. Los analistas que rindieron el informe que anuncia el ‘déficit actuarial’ además del ‘déficit de flujo

Puentear

Ya están celebrando los maravillosos resultados sociales y económicos de un extraordinario eco-puente de Ceiba a Vieques. De alguna forma mágica se van a repartir “cientos de millones” entre los socios cooperativos de ese puente. (Estos esquemas donde todo el mundo gana y nadie pierde son como las famosas pirámides que al final todo el mundo pierde. Bueno, en honor a la verdad hay alguien que gana, él que se la inventó.) Hace bastante tiempo un candidato a Alcalde de San Juan propuso construir un puente de San Juan a Cataño. Las especulaciones fueron interesantísimas. Se habló del arco y la profundidad de los pilotes. Se calculó el ancho y el espesor. Todo. Pero al poco tiempo se descubrió que había una dificultad técnica. Los barcos. Sin mucho fandango, se guardó la idea en un rincón para pasara al olvido. Esa fue la parte más exitosa del propuesto puente. Tengo mis sospechas que un puente sobre el Pasaje de Vieques (así es que se llama), una de las zonas de mayor tránsito marítimo en

El Reyecito

No sé cuantos recuerden El Reyecito. Un personaje de tirilla cómica del que llegaron a hacer animaciones. De su mentón crecía una barba que formaba un espiral y al hablar, en el caso de las animaciones porque en la tirilla mantenía el silencio, se escuchaba un sonsonete ininteligible que imitaba un acento francés. “Uí, uí uí, uí uí.” Representaba siempre lo ridículo que podía ser un Rey con poderes imperiosos. No hace mucho tropecé en un periódico de la capital con una foto que me recordó al Reyecito. La foto a color era del Presidente Plenipotenciario de una republica vecina, cuyo nombre no voy a mencionar para evitar ofender algunos amigos. Pero no fue la foto sino lo que recientemente había declarado ese personaje lo que me llamó la atención. La foto solo me recordó al Reyecito. Como parte de una disputa con una republica contigua amenazó a los Estados Unidos de Norte América con no venderle más petróleo si se inmiscuía en el asunto. La amenaza me puso a pensar y busque la informaci

La Verdad es la Verdad ¿Verdad?

Muchos hemos aprendido que no hay una verdad absoluta. Cada cual tiene su propia versión de la verdad. Algunas verdades coinciden y algunas otras hasta se contradicen. Son sólo los religiosos los que tienen la verdad agarrada por el mango. Ellos están tan convencidos de su verdad que no importa que la realidad los contradiga. Si su verdad dice que las cosas caen para arriba, aunque vemos que las cosas caen para abajo, su respuesta es que ‘eso aparenta ser así pero la verdad es que el mundo está patas arriba’. Escuché una vez, de un religioso que respeto, que el creador lo puso así para probarnos. ¿Probar qué? Me imagino que por eso es que las cortes no buscan la verdad sino los hechos. Y hasta exigen que los hechos puedan ser corroborados. No basta con que tú o aquél lo diga. Lo tienen que decir varios y que forense lo confirme. Lo que me lleva al tema que me preocupa. Llevamos unos meses escuchando del Más Que Manda (MQM) unas declaraciones que contradicen completamente lo que aparece

El Cuento del Pájaro Cimarrón

(Este cuento se publicó originalmente en el 2006, pero me parece que tiene mucho sentido, aun.) Había una vez, y dos por tres, un pájaro llamado Pecho Rojo. Él había nacido en cautiverio y siempre vivió enjaulado. Pero, que de vez en cuando se asomaba entre las rejas de la Jaula Mayor y divisaba entre las ramas de los árboles cercanos, otros pájaros. El mayor de entre ellos en la jaula, Cachetes, no dejaba de advertirles que esos pájaros de árbol son pájaros cimarrones. “¡Son mentirosos, y salvajes, y totalmente perdidos! ¡Son pájaros cimarrones! ¡No son civilizados!”, repetía Cachetes. “No saben vivir en sociedad”. Pecho Rojo no entendía esas palabras altisonantes, pero le parecía que ‘esos cimarrones’ andan de lo más contentos volando por ahí, yendo a donde les lleve el viento. “Es verdad que tengo comida y agua, y cuando hace frío tengo con quien calentarme, pero…” Sentía que había algo más que comer y estar protegido de la lluvia. “Que ser pájaro… ¡es volar!” Un día, desatentos los