Se acerca la temporada de elecciones y es buen momento para evaluar si estamos en lo correcto al ir a votar. Me refiero a que el objetivo o propósito del procedimiento de votación, es escoger el ciudadano que mejor pueda aportar al bienestar de todos los boricuas. Hasta la fecha llevamos casi una generación completa yendo a votar con el resultado neto de elegir gobernadores que no saben gobernar y legisladores que no saben legislar. (De los alcaldes no digo nada porque, en verdad, no sé construir un verbo para alcalde¿ar?)
Al momento tampoco vemos entre la recua de politiqueros que nos aquejan, candidatos que prometan hacer diferencia alguna. Entonces la pregunta de rigor es: ¿y para que vamos a votar? Entonces digo yo, vamos a ser creativos. Vamos hacer algo diferente. Vamos a subastar las posiciones electivas.
Si. En vez de regalarles cerca de 10 millones de nuestro dinero a los partidos políticos, vamos a cobrarles a los políticos por esas plazas que tanto desean. En vez de ir a votar, todo el que busque un puesto político, que someta en pliego cerrado una oferta en metálico para que le nombren a esa posición. (Como cualquier subasta de gobierno.) Entonces el 2 de noviembre, en vez de contar votos se comparan las ofertas y las plazas se le dan al mejor postor.
Quizás, este método no garantize el mejor candidato para la plaza, pero tampoco van a ser muy mucho peor que los que hemos elegido. Eso si, nos vamos a economizar millones de dólares, y entre la Cámara, el Senado, y los puestos de gobierno, nos podemos buscar unos milloncitos más.
Al momento tampoco vemos entre la recua de politiqueros que nos aquejan, candidatos que prometan hacer diferencia alguna. Entonces la pregunta de rigor es: ¿y para que vamos a votar? Entonces digo yo, vamos a ser creativos. Vamos hacer algo diferente. Vamos a subastar las posiciones electivas.
Si. En vez de regalarles cerca de 10 millones de nuestro dinero a los partidos políticos, vamos a cobrarles a los políticos por esas plazas que tanto desean. En vez de ir a votar, todo el que busque un puesto político, que someta en pliego cerrado una oferta en metálico para que le nombren a esa posición. (Como cualquier subasta de gobierno.) Entonces el 2 de noviembre, en vez de contar votos se comparan las ofertas y las plazas se le dan al mejor postor.
Quizás, este método no garantize el mejor candidato para la plaza, pero tampoco van a ser muy mucho peor que los que hemos elegido. Eso si, nos vamos a economizar millones de dólares, y entre la Cámara, el Senado, y los puestos de gobierno, nos podemos buscar unos milloncitos más.
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