Lo juro. Los que leen esta Terapia saben que soy el acérrimo opositor del gigantismo en el gobierno. Qué le llevo la contabilidad y sé que ya hay siete Procuradurías y 138 agencias. Qué añadir otro instrumento gubernamental es como clavarnos un pie al piso. Pero…
Hace falta un Zar del Buen Gusto. Alguien como un Hernández Cruz, o Myrna Báez; el mismo Nick Quijano puede ser ese Zar. Es alguien con una visión estética que va mas allá de la permisología para la construcción y la planificación dirigida. Es alguien que pueda mirar el proyecto propuesto y visualizar lo que representa esa construcción en el contexto de lo que lo rodea: físico, social, y ambiental. Hasta un poco de conciencia sobre el turismo, debe tener ese Zar.
¿Por qué digo esto? Porque han construido, a la entrada de la Isla de San Juan Bautista, frente al Tribunal Supremo de Puerto Rico, un cajón de cemento, inmenso, con docenas de pisos, que obstruye la vista convirtiendo la mera entrada a la Capital en un callejón oscuro. Dominando la geografía de una manera tan prepotente que provoca el rechazo, el repudio. Y esa es la primera impresión que le ofrecemos al turista de nuestra ciudad Capital. (Disculpen se me olvidó que primero pasan por Lloren Torres.)
Y en la entrada sur, por los muelles, a la ciudad amurallada, joya de la arquitectura mundial, patrimonio de la humanidad, se ha construido un proyecto de múltiples torres, a la escala de Las Vegas, y con el mismo mal gusto. Una cuadra entera, con cientos de apartamentos, por donde ahora todo el que transite hacia los muelles de la antigua ciudad de San Juan, tiene que enterrarse en un gran cañón de colorado, para poder llegar a la luz y los espacios abiertos de la bahia y los muelles.
¿Ahora me entienden? Con un Zar del Buen Gusto, se evitan estas monstruosidades. El Zar mira los planos, el dibujo con perspectiva, se monta en el carro, mira las áreas adyacentes, estudia la foto del satélite, provista por google, y dicta una opinión. “Construir eso allí es un disparate.” Y ahí quedo el proyecto. “Hazte algo mas chiquito, que se integre mejor al medio ambiente, que permita amplitud visual. Que el turista que llegue no se asuste, pensando que lo van meter en un ghetto. Algo que se mire y se admire.”
Yo estoy seguro que cualquiera de los que mencioné hacen el trabajo y no cobra na’ por hacerlo.
Hace falta un Zar del Buen Gusto. Alguien como un Hernández Cruz, o Myrna Báez; el mismo Nick Quijano puede ser ese Zar. Es alguien con una visión estética que va mas allá de la permisología para la construcción y la planificación dirigida. Es alguien que pueda mirar el proyecto propuesto y visualizar lo que representa esa construcción en el contexto de lo que lo rodea: físico, social, y ambiental. Hasta un poco de conciencia sobre el turismo, debe tener ese Zar.
¿Por qué digo esto? Porque han construido, a la entrada de la Isla de San Juan Bautista, frente al Tribunal Supremo de Puerto Rico, un cajón de cemento, inmenso, con docenas de pisos, que obstruye la vista convirtiendo la mera entrada a la Capital en un callejón oscuro. Dominando la geografía de una manera tan prepotente que provoca el rechazo, el repudio. Y esa es la primera impresión que le ofrecemos al turista de nuestra ciudad Capital. (Disculpen se me olvidó que primero pasan por Lloren Torres.)
Y en la entrada sur, por los muelles, a la ciudad amurallada, joya de la arquitectura mundial, patrimonio de la humanidad, se ha construido un proyecto de múltiples torres, a la escala de Las Vegas, y con el mismo mal gusto. Una cuadra entera, con cientos de apartamentos, por donde ahora todo el que transite hacia los muelles de la antigua ciudad de San Juan, tiene que enterrarse en un gran cañón de colorado, para poder llegar a la luz y los espacios abiertos de la bahia y los muelles.
¿Ahora me entienden? Con un Zar del Buen Gusto, se evitan estas monstruosidades. El Zar mira los planos, el dibujo con perspectiva, se monta en el carro, mira las áreas adyacentes, estudia la foto del satélite, provista por google, y dicta una opinión. “Construir eso allí es un disparate.” Y ahí quedo el proyecto. “Hazte algo mas chiquito, que se integre mejor al medio ambiente, que permita amplitud visual. Que el turista que llegue no se asuste, pensando que lo van meter en un ghetto. Algo que se mire y se admire.”
Yo estoy seguro que cualquiera de los que mencioné hacen el trabajo y no cobra na’ por hacerlo.
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